Aquí nos habeís dejado
mientras vuestros pies nadan desnudos
en la inmensidad submarina del Danubio.
Aquí nos habeís dejado
raídos, carcomidos, agujereados,
con los cordones deshechos
por esta peste sin vacuna,
que la humanidad bautiza como
holocausto.
Huellas y pisadas de recorrido incierto
mueren ahogadas
en el límite del asfalto
fronterizo que dibuja la orilla.
Son las vuestras
Son las nuestras
y las de todos aquellos
que fueron arrastrados por las aguas
desnudos de calzado.
Ya no teneís zapatos,
vuestros pasos ya
no tienen prisión
Desde la transición
de sus aguas
el Danubio
os dice:
¡Sois libres!
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La luna tímidamente asomada entre el Parlamento |
Cuando mis pasos se entremezclaron con aquellos zapatos de metal , en mi fascinada visión ante la belleza del Danubio, un temblor recorrió mi columna.
Y es que Budapest nunca dejrá de ser un poema con versos desgarradores intercalados.
Entre diciembre de 1944 y fines de enero de 1945, la Cruz Flechada cogió a 20.000 judíos del gueto y los fusiló a lo largo de las orillas del Danubio, arrojando los cuerpos al río.
El monumento de los zapatos de Budapest conmemora este genocidio. “Los zapatos en el Paseo del Danubio” fueron realizados en 2005 por Gyula Pauer y Can Togay. Estos sesenta pares de zapatos de hierro solitarios, sin dueño, son una alegoría a lo que quedó de estos judíos asesinados y tirados a la corriente de agua por estos fascistas.
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