miércoles, 9 de diciembre de 2009

Reencuentros












Curiosa casualidad la que acompaña al viajero, que al abandonar un lugar piensa que lo deja ahí, anclado,estático,inmóbil. Como si solamente cambiaran las personas, como si las ciudades no sintieran el paso del tiempo, de las estaciones.
Como ciudad, Teruel no sólo ha experimentado sensación cronológica a lo largo de su enriquecida historia producto de la fusión cultural entre árabes, cristianos, judíos y mudéjares, sino que sus selectos habitantes le atribuyen en estas épocas tan señaladas una emulsión ornamental de prototípica postal navideña.
Al pasear por sus angostas calles todas las miradas de cualquier turista desprevenido se dejan hipnotizar por la flagante pero sencila iluminación que nada desprecia la belleza monumental de dicha ciudad.
Estos dias puentiles también son característicos por la matanza, ya que a partir de ahora el embutido permanecerá a la espera en las buardillas turolenses, para una posterior fagocitosis navideña.
Pero no sólo el torico se siente alagado al descansar sobre un enorme árbol de navidad iluminado con bélen incluido en el interior, pienso que todas aquellas personas que se preocupan diaa dia por introducir y hacer conocida este pequeño pero mágico rinconcito, no sólo a sus familiares y conocidos de otras zonas del país, sino a nivel global.

Será porque por mis venas corre sangre de distintos origenes,
será porque no me considero autóctona de ningún lugar,
que pertenezco a todos.
Por eso cada vez que vuelvo a un rincón que en algunos de los momentos más destacados de mi vida me arropó, lo siento como parte de mí.

PSD>: gracias tía por brindarme tu hospedaje, cariño y sobretodo alimento!!
Por la residencia en Teruel!! Dentro de unos años quiero estar allí "pinchando raspas".


A mamá:¡¡¡MUCHAS,MUCHAS,MUCHAS,MUCHÍSIMAS FELICIDADES!!
(que pena no estar en Vila-real para darte un abrazo)
Pero...prepárate el viernes!!

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