lunes, 5 de mayo de 2014

El soldado que tenía miedo a los disparos


En la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de querella: la competencia, la desconfianza y la gloria

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La base de todas las sociedades grandes y duraderas ha consistido, no en la mutua voluntad que los hombres se tenían, sino en el recíproco temor.

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El hombre es  un lobo para el hombre

(Thomas Hobbes)

Si la razón hace al hombre, el sentimiento lo conduce.

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El hombre es un milagro sin interés.

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La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable.

(Jean Jacques Rousseau)

Creo en el hombre antes que en las fronteras

(anónimo)

Febrero de 1940.

El hielo comienza a invadir el Rin, los soldados ya no se acercan tanto a la orilla como hacían durante los cálidos meses de verano. Le tienen un respeto especial a ese río, no porque sea amplio y caudaloso sino porque ha sido el principal testigo de casi todas las batallas combatidas en esta limítrofe  región del viejo continente, llamada Alsacia.

Soldado nazi, en proceso de registro
 de una asustada ciudadana francesa.
La Alsacia ha sido durante más de siete décadas capricho de todos y de nadie al mismo tiempo: los primeros en apropiarse de ella fueron los alemanes, después de la Gran Guerra de 1914, a los franceses les llegó su momento de gloria…pero ahora … ahora un monstruo más grande amenaza con  atravesarla.

…más de 60.000 personas con menos  30 kg de peso como hogar cada una han partido ya de una de sus ciudades más importantes, Estrasburgo…hacía un destino mejor…

…o peor…

El III Reich  está empezando a romper el hielo que petrifica las orillas del Rin.

 Herbert Kauffman trazaba todos estos pensamientos en su vasta imaginación, mientras masticaba una de esas cebollas crudas que les dan a los soldados para que su estómago no reclamara entre horas.

-Pero… ¿se puede saber que estás haciendo otra vez con la mirada perdida delante del río? Siempre estás con la cabeza en otra parte. Si necesitas mujeres nos lo dices y nos encargamos de ello, que para eso estamos juntos en el campo de batalla, pero no te pierdas cuando el General Schneider nos está llamando. ¡Venga , espabila y vamos a formar, que como se enfade no habrá nadie que te saque de esta!

El General Schneider tenía agua del Rin dentro de las venas. Tenía tanta rabia dentro que hasta el Fuhrer evitaba encontrarse con él cuando el humor le cambiaba.

Mitín nazi en Plaza Kleber

-¡¡¡FOOORRMEN FILASSSS!!!- gritó el General- Escuchadme bien porque lo que os voy a decir ahora no lo voy a repetir, y seréis vosotros , panda de inútiles, quienes sufriréis  después las consecuencias.
Veréis, uno de nuestros espías nos ha comunicado que  el General Jean- Pierre Marchand (mi homólogo francés), resultó herido de bala en la batalla de ayer. Hasta este mismo momento pensábamos que había muerto. Pero, no, no…el muy puerco no sé de dónde sacó las fuerzas para salir del campo de batalla.

¡¡¡QUIERO QUE ME LO TRAIGÁIS TAL Y COMO OS LO ENCONTRÉIS!!! Si os lo encontráis muerto, le haremos el funeral nosotros, al estilo germánico… Y si está vivo , ya pensaré yo si utilizarlo como moneda de cambio, aunque difícil lo veo porque me corroe el ansia  de volarle los sesos a ese maldito gabacho desgraciado.

¡TENEÍS 7 DÍAS! Si no lo encontráis dispararé a uno de vosotros al azahar.

¡¡¡¡LA ALSACIA ES NUESTRA!!!!

Después de todo aquel discurso, el soldado Kauffman, prosiguió con su paseo por las orillas del Rin, como si nada hubiera pasado. Sus aguas le hipnotizaban tanto, que a veces ni si quiera era consciente de que se encontraba colgado del hilo de una guerra.

Se hizo de noche, pero como no conseguía dormir, continuó por el bosque que ahora bordeaba al Rin.
Comenzó a nevar, pero caminó y caminó como si buscara el camino que lleva al centro de la Tierra , como en la novela de aquel francés, Jules Verne que le contaba su madre cuando no podía dormir. Desde luego, la humanidad tendría que ir en busca de otros mundos mejores cuando la Tierra esté repleta de guerras.
Amaneció con más de un metro de nieve bajo sus pies. Detrás de él sus huellas le perseguían.

Se detuvo para mirarlas.

Y de momento, silencio.

Que sensación tan agridulce, la paz del silencio en medio del odio de la guerra.
Detuvo su vista en el horizonte, y se fijó en un tronco más ancho de lo normal. Se dio una palmada en la cabeza para comprobar que no era una alucinación producida por el frío y siguió caminando.
A medida que se acercaba la anchura del tronco iba adquiriendo la forma de un ser humano. Al colocarse delante de él, se quedó petrificado por lo que tenía delante de sus ojos.

Un rostro azulado tiritando al ritmo de una mano que sostenía un arma que Kauffman en su vida hubiera intentado disparar.
 El edificio más antiguo de la Universidad, actualmente abierta ,
tan sólo a 50 metros de mi pequeño estudio

Lo primero que se le ocurrió decir fue:
-¿Hace tanto frío como parece, verdad?

El señor azul, le tendió torpemente la mano de la escopeta mientras tiritando y muy , muy bajito le susurraba:

-Acaba conmigo, por favor.

-¿Dispararte? ¿Yo? ¡Vaya chiste! ¡Pero si me dan miedo las armas! Si cada vez que oigo una de mis compañeros durante las sesiones de entrenamiento me dirijo a la retaguardia. El resto de soldados dicen que soy demasiado inocente para estar donde estoy, y que no saben cómo narices he llegado hasta aquí con sólo 17 años. Bueno, otros soldados también dicen que soy mariquita, pero eso le aseguro que no, al menos por ahora. En fin, voy a sacarle de aquí para que pueda seguir disparando como antes que seguro que lo hacía muy bien.

 Le dio un poco de té tibio con azúcar que llevaba siempre en su cantimplora, pues en una de esas novelas que tanto le había leído su madre decía que el alcohol podía agravar aún más la hipotermia.
Luego le ayudó a incorporarse y notó que no podía apoyarse con su brazo.
Le arrancó parte de su uniforme y vio que ahora el señor azul, empezaba a transformarse en señor rojo, por el antebrazo derecho. Estaba perdiendo mucha sangre.
Kauffman sabía lo que tenía que hacer.

-¿De qué parte del Rin es usted? Yo de las dos, porque mi madre nació en un lado y mi padre del otro, como la mayoría de los que combatimos seamos alemanes o franceses. Sabe…usted y yo vamos a hacer un trato. Yo le voy a vendar muy fuerte la parta alta de su antebrazo para que deje de perder sangre…y usted me promete que no se enfadará conmigo si nunca más vuelve a disparar con un arma como esa.
Imagen promocional de "Malditos Bastardos" (Q. Tarantino) .
 Película que me ha ayudado a crear ambiente.

El señor azul asintió ligeramente, mientras las lágrimas cubrían su rostro. Nuestro pequeño soldado, le hizo un torniquete con un paño largo que conservaba en sus pertenencias. Luego miro en su reloj la hora, 9:33. Escribió esas cifras en el hombro del señor azul con su sangre. Toda una obra de arte la que acababa de pintar en medio de la nieve.

No tuvo problema en llevarlo en su espalda, pues aunque joven, Kauffman era un chico que le sacaba dos cabezas a cualquier soldado de a pie.
Miraba su reloj cada 15 minutos, para poder aflojar el torniquete.
Después de 4 horas de marcha, finalmente vieron un campamento al horizonte con una bandera azul, blanca y roja ondeando.

-Le tengo que dejar aquí, hemos llegado a la enfermería más próxima, la de la base francesa.

El señor azul se le quedó mirando fijamente:

-¿Por qué haces esto?

-Yo no elegí ser soldado. Me hicieron soldado.

El señor azul le apretó fuertemente con  la mano que no tenía el torniquete mientras le sonreía.
Kauffman llamó sigilosamente a la puerta, lo dejó al lado, y desapareció tan rápido como las aguas del Rin.

Al caer la noche llegó a su campamento.

Otra vez el silencio.

Divisó a sus colegas a los lejos, aunque ellos no se acercaron.

 -Qué extraño.- pensó

 Empezó a entrarle hambre y se dirigió hacia ellos corriendo.
-¡¡EH CHICOS ME QUEDA UNA CEBOLLA!! ¿¿LA COMPARTIMOS??

Escuchó una voz cercana que procedía de detrás.

-Quién traiciona una vez, traiciona dos veces.

De momento y sin pensarlo, calló sobre sus rodillas, después sobre la nieve.


 Y cuando ésta se derritió volvió a las aguas del Rin.

FIN

A todos los abuelitos y abuelitas que veo en urgencias, que con todas las aventuras que me cuentan han acabado alimentando parte de esta historia.
 "Pont de l'Europe". Puente de Europa, nexo entre ambas naciones

Notas a pie de página:

Una de las razones por las que escogí Estrasburgo como destino Erasmus es por su situación fronteriza. Esto implica mestizaje, tolerancia y sobretodo ¡respirar historia por todas partes!

Hace unos meses , una mañana de domingo me dolía mucho la cabeza y en vez de tomarme una pastilla de Paracetamol me fui con mi bici a Alemania, que solamente se encuentra a 6 km.
Al cruzar la frontera , atravesé el Rin por un puente llamado "El puente de Europa".
Me quedé mirando el rio y empezé a recrear en mi mente cada uno de los episodios que ocurrieron (o tal vez no) entre sus dos aguas.

¿Por qué el ser humano posee la misma capacidad para unir que para separar?

Que paradoja que al bajar de ese puente, en la parte alemana, me topará con el camino de Santiago, representación de la conexión entre rutas según la UNESCO.

Que casualidad también, que  Estrasburgo sea hoy en día capital europea de los derechos humanos.

Consejo de Europa.
A veces, aprendemos de la historia (pero solo a veces)





3 comentarios:

Daniel Fuentes dijo...

¡Gran historia Clara! M'ho he passat bé llegint (i m'ha encantat el final, no sé si ho saps, jo sempre he estat de finals romàntics -en el sentit tràgic de la paraula).
Alsàcia es una gran terra, que m'agradaria tornar a visitar i poder veure-la amb els ulls que l'estàs veient.


En les guerres, oblidem que a l'altre costat del Rin existeixen persones com nosaltres, que hem fantasiajat com a animals sense sentiments, i que per això els podem odiar amb facilitat. Pot ser, el sentiment més absurd que tenim. De vegades, pensem que la principal qualitat humana és l'empatia, habilitat que tenen molts animals (gossos, gats, cavalls...). I precisament, som nosaltres qui la podem suprimir a voluntat... ¿L'odi i la "raó" es el que ens fa humans? o ¿És l'empatia o la solidaritat? ¿o pot ser fer-se aquesta pregunta és la més estúpida que ens podrirem fer?

juanjo dijo...

Me ha encantado Clara: Bonita historia y muy bien contada
Un beso

pecosilla dijo...

Muchas gracias chicos,

Una persona muy especial para mí me ha hecho el siguiente comentario:

"Una de las cosas que he aprendido es que la pérdida de la inocencia es proporcional a la pérdida de la humanidad"

(Creo que no hacen falta más palabras para esto)