sábado, 23 de abril de 2011

Sin rumbo

El frescor espumoso de las olas sobre sus pieles se mezclaba con los desafiantes rayos de sol. Cada vaivén marino, era un ciclo , un ir y venir, otra oportunidad brindaba por la nauraleza de demostrale su afrodisíaca belleza...y la de ella.
Le resultaba imposible no dejarse llevar ante aquella superposición de sentimientos.
De momento, una gota circuló aleatoriamente sobre su rostro,su frágil rostro. ¿Qué te ocurre? Las nubes cedieron el paso al sol.Ella no contestó. Era imposible distinguir entre gotas y lágrimas. ¿Qué te ocurre? Los truenos se apoderaron de la acústica del paisaje y ella no contestó.

Abrió los ojos. La humedad se había apoderado de sus zapatos, aunque hacía ya tiempo que andaba descalzo por la vida. Descalzo y perdido.
No podía permanecer más tiempo en aquel banco de madera, estaba anocheciendo y la lluvía no cesaba. Necesitaba un refugio.¿Pero que cuerpo quiere un refugio, si la mente no está bajo techo? No podía permanecer en ese parque una noche más, no, no quería ser víctima de sus delirios de abstinencia una noche más, en ese lugar.
¿Por qué había soñado otra vez con ella? ¿Por qué le torturaba así ? Después de este pensamiento, le resultó más fácil elejir un sentido, una dirección. Sabía de sobra como abrir esa puerta, y así lo hizo. No elijió el ascensor, era demasiado sospechoso. Cuando llegó al reyano de la terraza, dejó caerse como si fuera de papel. Qué lástima no haber nacido papel, y dejarse seducir ante las llamas del fuego ardiente para desvanecerse definitivamente. Apoyó su cabeza sobre frígida barandilla. La podía oír, la podía oler, sentir...como si volviera a la playa, con las olas... Los podía sentir, a los 2 , su calor, su ternura, su compañía. De momento, se transformó en papel, en sobre de papel sin mensaje , sobre vacío , sobre en blanco, sobre que se deslizaba por debajo de la puerta de entrada, y permanecía inmovil en el vestíbulo. Una manita le presta atención. Es él, ¡pero como puedes haber crecido tanto, pequeñajo!, ¡Mamá, mamá, mira una carta! Como ya sé leer cuentos puedo ver que pone...P..aaa...P..ááá´...,¡Papá!
Déjala en paz, que no te das cuenta del daño que les has hecho...vamos lárgate y vete de una vez,con tus vicios y tus adicciones, miserable, más que miserable. Huyó, huyó lejos, gélido, tortoso, errante, bajo la lluviam , arrastrado por la tormenta , sin rumbo. Otra vez.

Cuando lleguemos a la plaza, quiero que me compres golosinas de fresa. ¡Pero si siempre me lavo los dientes! Mira , mamá , mira, ese señor debe de ser muy rico, ¡porque duerme dentro de la tienda donde tu sacas dinero!

...y fue imposible distinguir entre gotas y lágrimas. Ella no contestó.

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