lunes, 14 de enero de 2013

La noche que visité el limbo



Los seres humanos debido a nuestro afán de socialización, poseemos una tendencia constante a la inercia; pues nos encanta pertenecer a una persona, a una ideología , a una religión , a un equipo de fútbol, y por supuesto a un lugar.
Sin embargo existen lugares donde no existe cabida para la vulnerable inercia humana. Uno de esos lugares son los aeropuertos.
Yo nunca había viajado sola en avión, pero las circunstancias me dieron la oportunidad de experimentar esa existencial sensación este verano. Lo más gracioso esque no sólo vole una vez, sino cuatro. Y más graciosa aún  fue la velada nocturna que pasé en uno de ellos, experiencia que sin duda ocupa lugar en mi "Top ten list" de situaciones más surrealistas.

Aún no sé muy bien como ese entrelazado de vías de tren, coches ilegales de alquiler y  autobuses soviéticos me condujeron a Ostrava, ciudad del noroeste de la Républica Checa  (limite de Polonia y Alemania ) después de un mes recorriendome medio corazón de Europa.
Mi única certeza era que el Martes 31 de Agosto debia de salir de Ostrava a Praga  a las 5 de la madrugada y de Praga a Barcelona a las 7: 30, por lo que decidí pasar la noche en el aeropuerto de esa pequeña ciudad, proporcional a su tamaño.

Llegué al aeropuerto sobre las 16 h del día 30 , de modo que tenia 12 horas de espera por delante...medio día por delante....bufff. Creo que nunca me había enfrontado de cara a esa extraña responsabilidad de poseer el tiempo. Después de una ducha improvisada (si, hay una técnica para ducharse en el baño pero te tienes que enfrentar a la cara de manzanas agrias de la limpiadora, sobre todo si es checa), alimentarme de los sedimentos que lograron sobrevivir al final del viaje (tostadas de pan rotas, una lata de atún, un trocito de queso en papel albal que me guardaría para la cena , barritas de cereales  más extrafinas que una compresa sin alas, y una manzana bipolar cuya mitad era aprobechable), de conectarme a internet en la cafetería y de que me echaran al cerrarla. Después de ir bambando con la maleta por el pasillo para mover las piernas (´la tentación de abandonar la maleta en un rincón iba en aumento progresivo), después de acabarme "El extranjero " de Albert Camus y de comenzar " Nada" de Carmen Laforet, después de escuchar 10 veces mi a mi mp3 como si se estuvuera desahogando de sus penas, después de que se fueran apagando poca a poco cada una de las luces, después de que una amable personal de seguridad me deseara las buenas noches en checo (Dobru noc!) y de decirme que "you're crazy", que estaba loca por pasar la noche sola allí, después de cenar en el lavabo del aeropuerto (este era otro diferente al de la ducha)y de que mis padres me dijera desde una casa rural de Salamanca donde estaban de viaje de "negocios", que tenian mal de corazón por saber que yo estaba en esas condiciones...después ....después de todo.

...me quedé sola.
...bueno con mi maleta,
...bueno con el personal de seguridad del turno de noche.

Entonces pensé cuando de pequeña le pregunté a mi abuelita a donde iban los niños que no están bautizados y las personas que acaban con su vida por sus propios medios "al limbo", "¿y qué hay en el limbo?, "sillas, hija, sillas", "¿ y en el limbo hay tele? ¿Se pueden ver los Simpson?" , "¡Clara, por favor! ¿Que quieres , que Dios te mandé al limbo a ti también?"

Yo no sé si había sido Dios o quien , pero sin duda yo estaba en el limbo.
Pensé en la inutilidad del ser humano en situacines limítrofes , transitoriamente fronterizas. "Somos parásitos de la identidad, pues necesitamos imperiosamente ese sentimiento de pertenencia que nos identifique para sentirnos vivos, los márgenes no se crearon para el hombre."

Con esta reflexión me quedé dormida sobre la maleta  bajo mis piernas y mi mochila bajo mi cabeza en una ergonómica posición, cubierta por dos toallas (una de ellas tapandome de la incansable luz).

Nunca había echado tanto de menos una cama.

Unas horas más tarde una orquesta sinfónica de ronquidos amenizada por un robusto checo, me despertó , eran las 3: 30 de la madrugada del 31 de Agosto. A las 5 despegaba el avión.

Mi estado concupisciente en el limbo terminó con una taza de café en aquel avión.

Praga me regaló un amanecer.


Había sido buena, ese era el cielo.


3 comentarios:

juanjo dijo...

Jope Clara...menuda nochecita...me recuerda una noche que pase en un wc publico en Sevilla esperando a que abrieran la Expo a primera hora...fue terrible..pero al menos estaba con gente
Lo que mas me ha impresionado es la narracion de la opipara cena que te tomaste
Besitos

pecosilla dijo...

JAJJAJAJAJ Juanjo, ¡sin duda me has sorprendido! De todo el texto, la descripción de mis suministros culinarios era lo último que pensaba que llamaria la atención. Y la verdad, es que pensándolo a posteriori, la merece, pues alimentarse de esas maneras acaba tapizando la mente de pensamientos exitenciales.
Muchas gracias por contribuir a mi acervo léxico con "opípara"; "dícese de comidas abundantes y espléndidas". Pues desconocia su significado.

Besos

mulán dijo...

Me encantan tus textos Clara, y los pedacitos de tu viaje de este verano. Soy Marina, de clase, esta vez no me escondo a la primera, a ver si esto de tener un blog me dura más de 2 días... te seguiré leyendo. Un beso