“De cómo diferenciar el amor del sexo a través de la
literatura”
DEL
AMOR Y OTROS DEMONIOS
Hace
una semana, el día diecisiete de Abril, se cumplió un año de la muerte del
autor colombiano. Aprovecho esta fecha para recordar una de sus obras y
plantear otro dilema ¿se puede llegar a diferenciar el amor romántico del
erótico?
Parece
que los cabellos han de resucitar mucho menos que las otras partes del cuerpo
(Tomás
de Aquino; “De la integridad de los cuerpos resucitados”)
Cuando leí esta frase por primera vez al empezar la
novela, tres fueron los incestuosos pensamientos que deambularon por mi mente.
El primero de ellos, y puede que quizás el menos
relevante fue pensar en la cantidad de lecturas de las que se ha alimentado
Gabriel García Márquez; ¿cuánto ha tenido que leer este despiadado autor para
encontrar una frase que introduzca a la perfección su ficticia creación
literaria? Envidia es mi sentimiento
pero sobretodo admiración por una personalidad insatisfecha de conocimiento.
El segundo pensamiento fue el preguntarme qué pasaba
por la cabeza de Santo Tomás de Aquino para escribirla.
Finalmente el tercero, y quizás el más
existencialista. Para expresarlo no me queda más remedio que remontarme al
pasado.
Cuando era niña siempre llevaba el pelo corto para
ahorrarles migrañas a mis padres y abuelos que ya las sufrían por otros
entredichos propios de la vida. Aquella melenita; a veces confundida con la de
un niño varón, otras a la altura de los hombros como frontera de su anhelo
conquistador ya que nunca los llegó a
sobrepasar, pero siempre accesible y domable a las manos de aquellos que
pretendían domesticarla. Puede que sea por eso por lo que empecé a desarrollar
cierta admiración silenciosa y secreta hacia las niñas de larga cabellera.
No se trataba de una cuestión de envidia ni celos,
pues yo era mucho más feliz sabiendo que al salir de la piscina mi pelo se
secaría treinta minutos antes que el del resto de las niñas y podría jugar más libre sin pensar
en el resfriado que las asaltaría días después. Era por algo mucho más
perturbador. Aquello que me angustiaba de veras era saber que esas niñas tenían
muchos más años que yo a pesar de haber vivido los mismos; los llevaban consigo
a todas horas, colgando esas finas hebras de pasado. De modo que en cualquier
momento, al mirarse las puntas podían rememorar y sentir como actuales todas
las escenas de su vida. Esa larga
cabellera resucitaba sus almas y las convertía en seres inmortales.
Inmortalidad. Seres que al igual que Sierva María,
no son de este mundo.
No
es que la niña sea negada para todo , es que no es de este mundo
(…)
¡Será
Santa!¡Será Puta! Si Dios le da vida y salud.
(…)
Eres
idéntica a tu padre. Un engendro
Su rebeldía
desinteresada, su vinculación con las culturas más ancestrales, su hechicería y
su burla no sesgada por una sensibilidad y una inocencia irrebatibles
convierten a Sierva María de todos los Ángeles en un desafío para Márquez, quién a través de sus vivencias
personales e imaginación vence su osadía para dar a luz este personaje
concebido con palabras.
¿Pero qué es lo que embruja y despierta nuestra
admiración de esta indomable criatura?
El autor utiliza este personaje para adentrarnos, al
igual que lo hizo con otros en sus obras anteriores, en su realismo mágico.
Cuando pienso en este estilo literario utilizado para definir a Márquez,
imagino el realismo mágico como aquella República del desorden y en caos, esa
patria eterna cuyos habitantes adquieren no sólo los atributos para adueñarse
del tiempo y del amor sino también los poderes necesarios para hacerse dueños
de su propia alma. Es ese lugar donde no se distingue lo culto de lo popular.
Este “Macondo” marquesino es también tierra fértil
para la ausencia de clase moral, pues nadie es condenado ni se condena al
resto, nadie conoce el origen de donde nacen la finalidad y las consecuencias
de nuestros actos.
A pesar de
esta prolongación literaria de su universo, el autor de Cien años de soledad, da un
paso más a su estilo. Con Del amor y
otros demonios, Márquez añadió un
elemento nuevo y diferente.
La figura de “El verdugo poeta”.
Soñé
con ella
¿Cómo
pudiste soñar con una persona que nunca has visto?
Era
una marquesilla criolla de doce años, con una cabellera que le arrastraba como
la capa de una resina. ¿Cómo podía ser otro?
(…)
Ocúpate
de la niña.
No
soy exorcista Padre mío.
Efectivamente Cayetano Delaura es otro de los
ladrillos que comparte con Sierva María la frontera divisoria de la dicotomía
marquesina en esta novela.
Esta paradoja se bifurca en varias ramas.
Una de ellas es la sorpresa del lector debido a la coexistencia entre el misticismo y lo
terrenal; entre lo espiritual y lo material. Pero sobre todo por la delgada
línea entre el amor romántico y el amor erótico.
El
sexo es el único consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor.
Por un lado,
entendemos como amor romántico la
asociación del amor en general con su carácter altruista y sensualidad
exaltada, justamente de lo que carecen los padres de Sierva María en su
relación conyugal. De esta forma el amor romántico está relacionado con la
parte más “pura” del alma (eliminando el aspecto carnal). Si analizamos el
comportamiento de Sierva María a lo largo de la novela puede que nos percatemos
de que en realidad, es ella el personaje que emana más pureza de todos , ya que es el menos corrompido por los valores
establecidos (no vende su alma a unas
ideas políticas ni a una religión que la ancle ni la ciegue) y por ello la más
capaz de amar.
En el otro extremo tenemos el amor erótico. A lo
largo de la historia y todavía en nuestros días se entiende el erotismo como
una deformidad de la conducta humana que conduce al hombre ( y a la mujer) a la
obscenidad de un placer meramente físico identificándolo así como el pleno
deseo sexual. El erotismo va más allá de
todas estas banalidades superficiales. Éste es definido en la literatura
de Márquez y en la de aquellos autores que poseen la ardua habilidad de
utilizarlo como un juego de luces y sombras, la posición humana llena de fuerza
y tiempo pero a la vez de debilidad. Nos abre paso a la transgresión y complejidad
de lo prohibido, por lo que se produce el retorno a la naturaleza (de donde
realmente venimos), El erotismo representa el peligro a lo ignoto y desconocido
(el miedo primitivo de la especie humana), personifica el placer y un aspecto
mucho más trascendental; su delicadeza es un poema dedicado a la creatividad.
He aquí la paradoja de Márquez. El amor romántico y
el erótico son inseparables ya una vez
unidos se convierten en seres complementarios.
Así pues a través de esas incesantes dudas morales
que ocupan las veladas de Cayetano, coartándole el sueño, a través de su
incesante talento humanista , curiosidad y erudito placer intelectual
manifestado por su pasión oculta hacia aquellos textos “no religiosos” como los
versos de Garcilaso de la Vega, Márquez ha conseguido confeccionar el personaje
más humilde y humano de la novela, que pese a pertenecer a un colectivo
jerárquico y omnipresente logra rendirse ante la libertad más pura que puede
llegar a experimentar una persona: la libertad de decisión.
Pero a pesar de esa liberación interior alcanzada
por Delarua al agarrarse a los eternos e inmortales cabellos de Sierva María, nuestro
querido maestro y amigo Gabriel no podía terminar sus novelas sin recordarnos la
esencia de todos sus personajes: el mundo se mueve gracias a los amores
contrariados, haciendo que nunca lleguen a serlo.
FIN
Fuentes:
-Del amor y otros demonios. Gabriel
García Márquez.
-Amor y erotismo en Del
amor y otros demonios
de Gabriel García Márquez. Julieta García. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
de Gabriel García Márquez. Julieta García. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
A la persona que me prestó el libro.
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