lunes, 20 de abril de 2015

Viajes de papel: "Del amor y otros demonios"


“De cómo diferenciar el amor del sexo a través de la literatura”

DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS

Hace una semana, el día diecisiete de Abril, se cumplió un año de la muerte del autor colombiano. Aprovecho esta fecha para recordar una de sus obras y plantear otro dilema ¿se puede llegar a diferenciar el amor romántico del erótico?

El 26 de octubre de 1949 el reportero Gabriel García Márquez fue enviado al antiguo convento de Santa Clara, que iba a ser demolido para edificar sobre él un hotel de cinco estrellas, a presenciar el vaciado de las criptas funerarias y a cubrir la noticia. Se exhumaron los restos de un virrey del Perú y su amante secreta, un obispo, varias abadesas, un bachiller de artes y una marquesa. Pero la sorpresa saltó al destapar la tercera hornacina del altar mayor: se desparramó una cabellera de color cobre, de veintidós metros y once centímetros de largo, perteneciente a una niña. En la lápida apenas se leía el nombre: Sierva María de Todos los Ángeles. «Mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros. La idea de que esa tumba pudiera ser la suya fue mi noticia de aquel día y el origen de este libro

Parece que los cabellos han de resucitar mucho menos que las otras partes del cuerpo
(Tomás de Aquino; “De la integridad de los cuerpos resucitados”)

Cuando leí esta frase por primera vez al empezar la novela, tres fueron los incestuosos pensamientos que deambularon por mi mente.
El primero de ellos, y puede que quizás el menos relevante fue pensar en la cantidad de lecturas de las que se ha alimentado Gabriel García Márquez; ¿cuánto ha tenido que leer este despiadado autor para encontrar una frase que introduzca a la perfección su ficticia creación literaria?  Envidia es mi sentimiento pero sobretodo admiración por una personalidad insatisfecha de conocimiento.
El segundo pensamiento fue el preguntarme qué pasaba por la cabeza de Santo Tomás de Aquino para escribirla.
Finalmente el tercero, y quizás el más existencialista. Para expresarlo no me queda más remedio que remontarme al pasado.

Cuando era niña siempre llevaba el pelo corto para ahorrarles migrañas a mis padres y abuelos que ya las sufrían por otros entredichos propios de la vida. Aquella melenita; a veces confundida con la de un niño varón, otras a la altura de los hombros como frontera de su anhelo conquistador  ya que nunca los llegó a sobrepasar, pero siempre accesible y domable a las manos de aquellos que pretendían domesticarla. Puede que sea por eso por lo que empecé a desarrollar cierta admiración silenciosa y secreta hacia las niñas de larga cabellera.

No se trataba de una cuestión de envidia ni celos, pues yo era mucho más feliz sabiendo que al salir de la piscina mi pelo se secaría treinta minutos antes que el del resto de  las niñas y podría jugar más libre sin pensar en el resfriado que las asaltaría días después. Era por algo mucho más perturbador. Aquello que me angustiaba de veras era saber que esas niñas tenían muchos más años que yo a pesar de haber vivido los mismos; los llevaban consigo a todas horas, colgando esas finas hebras de pasado. De modo que en cualquier momento, al mirarse las puntas podían rememorar y sentir como actuales todas las escenas de su vida.  Esa larga cabellera resucitaba sus almas y las convertía en seres inmortales.
Inmortalidad. Seres que al igual que Sierva María, no son de este mundo.

No es que la niña sea negada para todo , es que no es de este mundo
(…)
¡Será Santa!¡Será Puta! Si Dios le da vida y salud.
(…)
Eres idéntica a tu padre. Un engendro

Su  rebeldía desinteresada, su vinculación con las culturas más ancestrales, su hechicería y su burla no sesgada por una sensibilidad y una inocencia irrebatibles convierten a Sierva María de todos los Ángeles en  un desafío para  Márquez, quién a través de sus vivencias personales e imaginación vence su osadía para dar a luz este personaje concebido con palabras.
¿Pero qué es lo que embruja y despierta nuestra admiración de esta indomable criatura?
El autor utiliza este personaje para adentrarnos, al igual que lo hizo con otros en sus obras anteriores, en su realismo mágico. Cuando pienso en este estilo literario utilizado para definir a Márquez, imagino el realismo mágico como aquella República del desorden y en caos, esa patria eterna cuyos habitantes adquieren no sólo los atributos para adueñarse del tiempo y del amor sino también los poderes necesarios para hacerse dueños de su propia alma. Es ese lugar donde no se distingue lo culto de lo popular.
Este “Macondo” marquesino es también tierra fértil para la ausencia de clase moral, pues nadie es condenado ni se condena al resto, nadie conoce el origen de donde nacen la finalidad y las consecuencias de nuestros actos.

 A pesar de esta prolongación literaria de su universo, el autor de  Cien años de soledad, da un paso más a su estilo. Con Del amor y otros demonios, Márquez añadió  un elemento nuevo y diferente.
La figura de “El verdugo poeta”.

Soñé con ella
¿Cómo pudiste soñar con una persona que nunca has visto?
Era una marquesilla criolla de doce años, con una cabellera que le arrastraba como la capa de una resina. ¿Cómo podía ser otro?
(…)
Ocúpate de la niña.
No soy exorcista Padre mío.

Efectivamente Cayetano Delaura es otro de los ladrillos que comparte con Sierva María la frontera divisoria de la dicotomía marquesina en esta novela.
Esta paradoja se bifurca en varias ramas.
Una de ellas es la sorpresa del lector debido a  la coexistencia entre el misticismo y lo terrenal; entre lo espiritual y lo material. Pero sobre todo por la delgada línea entre el amor romántico y el amor erótico.

El sexo es el único consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor.

 Por un lado, entendemos como amor romántico  la asociación del amor en general con su carácter altruista y sensualidad exaltada, justamente de lo que carecen los padres de Sierva María en su relación conyugal. De esta forma el amor romántico está relacionado con la parte más “pura” del alma (eliminando el aspecto carnal). Si analizamos el comportamiento de Sierva María a lo largo de la novela puede que nos percatemos de que en realidad, es ella el personaje que emana más pureza de todos ,  ya que es el menos corrompido por los valores establecidos  (no vende su alma a unas ideas políticas ni a una religión que la ancle ni la ciegue) y por ello la más capaz de amar.

En el otro extremo tenemos el amor erótico. A lo largo de la historia y todavía en nuestros días se entiende el erotismo como una deformidad de la conducta humana que conduce al hombre ( y a la mujer) a la obscenidad de un placer meramente físico identificándolo así como el pleno deseo sexual. El erotismo va más allá de  todas estas banalidades superficiales. Éste es definido en la literatura de Márquez y en la de aquellos autores que poseen la ardua habilidad de utilizarlo como un juego de luces y sombras, la posición humana llena de fuerza y tiempo pero a la vez de debilidad. Nos abre paso a la transgresión y complejidad de lo prohibido, por lo que se produce el retorno a la naturaleza (de donde realmente venimos), El erotismo representa el peligro a lo ignoto y desconocido (el miedo primitivo de la especie humana), personifica el placer y un aspecto mucho más trascendental; su delicadeza es un poema dedicado a la creatividad.
He aquí la paradoja de Márquez. El amor romántico y el erótico son inseparables ya  una vez unidos se convierten en seres complementarios.

Así pues a través de esas incesantes dudas morales que ocupan las veladas de Cayetano, coartándole el sueño, a través de su incesante talento humanista , curiosidad y erudito placer intelectual manifestado por su pasión oculta hacia aquellos textos “no religiosos” como los versos de Garcilaso de la Vega, Márquez ha conseguido confeccionar el personaje más humilde y humano de la novela, que pese a pertenecer a un colectivo jerárquico y omnipresente logra rendirse ante la libertad más pura que puede llegar a experimentar una persona: la libertad de decisión.

Pero a pesar de esa liberación interior alcanzada por Delarua al agarrarse a los eternos e inmortales cabellos de Sierva María, nuestro querido maestro y amigo Gabriel no podía terminar sus novelas sin recordarnos la esencia de todos sus personajes: el mundo se mueve gracias a los amores contrariados, haciendo que nunca lleguen a serlo.

FIN


Fuentes:

-Del amor y otros demonios. Gabriel García Márquez.

-Amor y erotismo en Del amor y otros demonios
de Gabriel García Márquez.
Julieta García. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid


A la persona que me prestó el libro.

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